Una sombra en la pared
moviéndose en la penumbra.
Un reloj que ya paré
porque no importa la hora.
Tus palabras en mi oído
meciéndose en la noche.
Ahora es cuando deseo
que te quedes junto a mí.
Ahora es cuando no importa
si alguna vez pude sufrir.
Quiero que me escribas
en un pequeño papel,
aquello que por mí sientes
o si lo sentiste alguna vez.
La madrugada llega
demasiado pronto, quizás,
dos minutos quedan
para que vuelvas a escapar.
La Luz entra por la ventana,
tu rostro iluminado dormido
me dice que me he equivocado
que por fin hoy cupido
dictó que te puedes quedar.
Juana María Fernández Llobera